La Alternativa Al Capitalismo Es El Comunismo

LA ALTERNATIVA AL CAPITALISMO

ES EL COMUNISMO

1. – Introducción

El pasado veinte de noviembre se celebraron las últimas Elecciones Generales, en donde se eligieron a los representantes de la voluntad popular. En otras palabras, a los que van a dirigir la política de la burguesía los próximos cuatro años. Sabemos que la lógica electoral no hace más que reflejar la correlación de fuerzas entre las clases enfrentadas en la sociedad. Y como era de prever, la burguesía ha ganado una vez más, y aprovecha su triunfo para exhibir músculo ante la mirada resignada de la mayoría de la clase obrera, es decir, de los sectores dominados ideológicamente por la propaganda y forma de vida de la sociedad capitalista.

Esta situación es evidente para todas las fuerzas políticas. Salvo, por lo visto, para algunas organizaciones comunistas que han tenido la incoherencia de convocar a los obreros a las urnas, sin ser conscientes que esos votos eran de antemano papel mojado. ¿Acaso piensan que nos encontramos ante una coyuntura política excepcional que requiere llamar al voto a la clase obrera porque con ello se fortalece una alternativa política propia e independiente de la burguesía? No encontramos ninguna explicación racional que justifique tal apoyo a la participación obrera en estas elecciones generales. ¿Entonces a qué se debe que estas organizaciones pongan tanto empeño en llamar a la asistencia obrera a las elecciones? ¿Quizá para que no gane la derecha, según la terminología al uso? Esto podría ser una razón desde su óptica política, pero nosotros nos inclinamos a pensar que es una consecuencia directa de la naturaleza política pequeño burguesa de estas organizaciones, que se refleja en el terreno económico con la defensa del Estado de Bienestar y de la República y de otras desviaciones ideológicas que determinan su acción práctica, en el terreno político, con la alianza de clase antimonopolista.

2. – PSOE y PP: dos caras de la misma política burguesa

El triunfo electoral del PP no supone un cambio sustancial de la política general de la burguesía para salir de la crisis económica, pues va a proseguir la senda iniciada por el PSOE e impuesta por los “mercados” que se resume en la imperiosa necesidad de reducción de la deuda pública (recorte de los gastos sociales, como sanidad y educación entre otros) y la creación de empleo (impulsar una nueva reforma laboral que facilite el flujo de mano de obra barata al mercado de trabajo y que vuelva a circular el crédito para las empresas y las familias, permitiendo avivar la actividad económica y el consumo). En el vértice de estas dos líneas económicas se encuentra la reforma de la estructura financiera, que tendrá como finalidad una mayor concentración del capital a través de nuevas fusiones y el saneamiento de la cuenta de resultado de los bancos y entidades de crédito (la reciente medida del Banco Central Europeo de aportar quinientos mil millones de euro a un interés del uno por ciento a disposición de los bancos y entidades financieras va en esa dirección).

Algunos se preguntaban ¿por qué la dirección del PSOE no tomó la determinación de disolver el Parlamento y el Senado para convocar nuevas elecciones en lugar de asumir las impopulares medidas y reformas que ha impulsado, lo que le ha acarreado una pérdida considerable de votos? Este razonamiento no sería lógico desde la óptica burguesa, pues lo que la burguesía persigue es que sus reformas y su política general sigan adelante, sea cual sea el partido que gobierne, pues ese es el cometido del bipartidismo: una supuesta alternancia del poder para que no se resienta el conjunto del entramado de dominación. El PSOE ha cumplido con creces su cometido de impulsar la política burguesa dictada desde los órganos de dirección de la UE y el FMI, ahora le toca entregar el testigo al PP para que siga con la tarea marcada, pero según sus propios criterios. Esta operación le ha costado al PSOE dejar bastantes pelos en la gatera, la pérdida coyuntural de parte importante de su electorado (cuatro millones doscientos ochenta y cinco mil votos). Pero lo importante para la burguesía, desde el punto de vista social, es la participación “ciudadana” en los procesos electorales, pues es un barómetro para constatar el nivel de legitimidad con que cuenta. Desde el punto de vista político, el bipartidismo es la opción más favorable actualmente para sus intereses de clase, ya que se produce un trasvase de votos de un partido a otro, compensando el desgaste natural del ejercicio del gobierno, sin detrimento de la fortaleza de su dominio político y la confianza en el sistema por parte de los votantes.

El desgaste electoral y político del PSOE no ha ocasionado ningún problema a la burguesía como clase, ni a la estructura del sistema en sí, pues no se ha traducido, como era de esperar, por las características de su base social, en un posicionamiento más crítico de su electorado. El hundimiento electoral del PSOE se ha refugiado en otras opciones que no difieren de manera sustancial con la política que ha impulsado este partido durante su periodo de gobierno, fiel piloto del barco de la burguesía. Por contra el PP ha conseguido la mayoría absoluta en el parlamento sin ningún aumento espectacular de votos (casi seiscientos mil), como algunos piensa erróneamente, saliendo favorecido con la ley D´Hont. Los beneficiados de la debacle del PSOE han sido más bien UPyD, IU y CIU. En líneas generales, podemos decir que estas elecciones ha supuesto un nuevo reagrupamiento del voto entre las distintas opciones burguesas, ahora liderada por el PP.

3. – El revisionismo idolatra a la democracia burguesa

La crisis económica está poniendo de manifiesto la naturaleza y vulnerabilidad del capitalismo, aunque de una manera solapada. Comprender esta verdad no es fácil, ya que la estructura del régimen de producción lo oculta como no se realice un análisis científico del mismo. Este ocultamiento es debido tanto a factores ideológicos (hace vivir a los agentes económicos las funciones sociales que realizan como hechos naturales, sin ponerlas en cuestión) y políticos (primando la política de colaboración de clases para minimizar los desórdenes que el régimen capitalista de producción ocasiona por la gravedad de la crisis económica). Aunque siendo un régimen de producción basado en la explotación de la fuerza de trabajo asalariada es incapaz de reproducirse como no sea a costa de sobre-explotar los recursos naturales del planeta, los pueblos oprimidos por la agresión imperialista y toda la fuerza de trabajo a su disposición. El funcionamiento interno del régimen de producción capitalista, es decir, las leyes del capital, también son implacables contra sus condiciones de producción, poniendo límites a su reproducción, acentuando su vulnerabilidad, aunque mitigándola por los apoyos de las fuerzas colaboracionistas. Desde el seno de la clase obrera, los partidos y organizaciones de corte socialdemócratas, revisionistas y oportunistas salen en ayuda de la burguesía para perpetuarse en el poder, a la vez que aceptan medidas económicas que apuntalan su funcionamiento: la aceptación de las leyes del mercado y la función del Estado como supuesto regulador neutral de los excesos y disfunciones.

El revisionismo, como ideología y política burguesa adaptada a las condiciones de existencia de la clase obrera, no es ajeno a esta realidad, pues muestra su vulnerabilidad y su carácter de clase al apoyar al régimen capitalista de producción con argumentaciones y prácticas que en determinadas situaciones históricas logran que lo asimilen los sectores más atrasados y colaboracionistas de la clase obrera. El PCE/IU no pasa por su mejor momento, aunque salten de alegría por el último logro electoral conseguido. Todos sabemos que esta situación es coyuntural, pues su ascenso o descenso depende inversamente a los resultados que coseche el PSOE.

El apoyo del revisionismo al régimen capitalista de producción se enmascara a través de la defensa de aquellos mecanismos más progresistas de democracia burguesa, en detrimento de su lado más descarnado y brutal, el fascismo o los monopolios, considerados los enemigos del progreso social.

El revisionismo de viejo o nuevo cuño utilizan los mismos argumentos para apoyar al capitalismo, aunque se diferencien formalmente. Su objetivo no es eliminar la explotación capitalista, sino reformarlo desde dentro para adaptarlo al desarrollo del capital, limpiarlo de sus aspectos más negativos, como si ello fuese posible. Sus propuestas, entre otras, van por el siguiente camino de:

> Profundizar en el carácter democrático del Estado, reformando su formato actual y su función general con el objeto de ponerlo al servicio de los ciudadanos. Esta propuesta conlleva sustituir la Monarquía por la República y desarrollar la democracia con la reforma de la ley electoral.

> Democratizar la economía a través de la regulación de la actividad económica (Leyes del Mercado) con la finalidad de garantizar una vida digna para todos.

> Profundizar en la democratización de las relaciones internacionales a través de mecanismos que fomenten la paz y solidaridad entre los pueblos. La alternativa del PCPE es sustituir la actual Unión Europea neoliberal, dominada por los intereses del capital financiero, del Gran Capital, por una Europa de los Pueblos, como si esos pueblos en abstracto, no estuvieran determinados por relaciones sociales de producción y por clases sociales.

> Profundizar en la lucha contra el imperialismo a través de la regulación de las leyes internacionales.

Hasta ahora se habían puesto de manifiesto dos tipos de revisionismo. El representado históricamente por el PCE, ya caduco desde la caída del muro de Berlín, pues se han ido acercando cada vez más a las postulados reformistas y a políticas claramente socialdemócratas. Han eliminado de su discurso las referencias al socialismo y no digamos a la revolución proletaria, sustituyéndolas por la democracia participativa y la revolución de las mayorías, sin cuestionar la legitimidad del régimen burgués. Con su declive han ocupado su lugar un nuevo revisionismo, encarnado por el PCPE y sus acólitos. El revisionismo que representan es una combinación de un marxismo de palabra (todavía hablan del socialismo y de la revolución proletaria) y el viejo revisionismo (defensor del régimen democrático-burgués como instrumento imprescindible para construir el socialismo). Este revisionismo propugna la conciliación de algunas tesis del viejo revisionismo, como el papel del estado como regulador de las leyes y redistribuidor de la riqueza, con otras más propias del marxismo.

4. – Las tareas del proletariado revolucionario

La construcción del partido es en la actual situación la principal tarea de la actividad comunista. Para poder llevar a cabo dicha labor hay que empezar por activar y articular las dispersas fuerzas disponibles: estamos hablando de la vanguardia, del destacamento organizado que tiene claro tanto hacia dónde se dirige la sociedad capitalista, como el papel histórico del proletariado.

Desde que Marx y Engels empezaron a elaborar la teoría marxista, conocemos el papel histórico del capitalismo: preparar las condiciones materiales de la sociedad socialista. La concentración de los medios de producción y el desarrollo de las fuerzas productivas son las palancas en que se asienta el desarrollo del régimen capitalista de producción (la formación del mercado mundial y su carácter imperialista consecuencia de ello), pero constituye a su vez la condición necesaria para que se vayan agudizando las contradicciones sociales entre la burguesía y el proletariado, debido al antagonismo entre el carácter privado de la propiedad capitalista y el carácter social del desarrollo de las fuerzas productivas.

Esta contradicción se manifiesta así mismo entre la producción social y el consumo que tiene un carácter privado condicionado por la apropiación capitalista del excedente del trabajo, entre la organización de la producción en cada unidad de producción (empresa) y el funcionamiento anárquico que domina en la producción general, condicionada por la separación de las múltiples unidades de producción independientes, entre la burguesía, interesada por extender y aumentar la plusvalía, y el proletariado, condicionado a luchar contra la explotación capitalista al que se encuentra sometido.

Desde Marx y Engels sabemos también el papel histórico del proletariado: desarrollar las condiciones políticas para que se pueda realizar la revolución socialista, afín a sus intereses de clase. Pero esta tarea no es un mandato divino, tampoco una exigencia de la razón de clase, sino una imposición externa a la voluntad de los proletarios, de la propia estructura capitalista, que en su desarrollo impulsa a uno de sus polos a rebelarse no contra el otro polo, sino contra la estructura en su conjunto, contra el corazón del régimen capitalista: las relaciones sociales de producción.

Como hemos dicho anteriormente, la vanguardia está formado por los distintos elementos que tienen claro el sentido y finalidad de la lucha de clases. Para ello es necesario tener una comprensión teórica, y no solo ideológica, del proceso histórico, especialmente de la transición del capitalismo al socialismo, en donde la violencia revolucionaria de clases y la dictadura del proletariado son los dos aspectos esenciales para asegurar el tránsito en la línea de los intereses del proletariado.

Pero como lo característico de la vanguardia es su acción práctica (fruto de una comprensión teórica del desarrollo histórico desde el punto de vista de la teoría marxista), es decir, encaminada a transformar la sociedad en función de su capacidad, que es en cada momento relativo, tiene que darse el salto de lo teórico a lo político, esto es, transformar la voluntad revolucionaria que caracteriza a todo núcleo de apoyo a la revolución en práctica revolucionaria, propio de todo colectivo revolucionario. La vanguardia para serlo tiene que tener asimilado que la tarea general tiene que concretarse en la actual situación de la lucha de clases, siendo indispensable para ello el conocimiento de la realidad concreta, fruto del análisis científico de la coyuntura política, que es lo que va a determinar la dirección correcta de la actividad política de la vanguardia. Compartimos la tesis del MAI sobre la necesidad del balance del ciclo de Octubre, pero creemos que es necesario además un análisis científico de la realidad de la formación social española. La tesis del MAI aborda los límites relativos del marxismo, pero no ahonda en el elemento esencial para la práctica revolucionaria: el conocimiento de la realidad concreta, el concepto de lo concreto, que es precisamente lo que hicieron Lenin y el Partido bolchevique, asi como Mao y el PC Chino para llevar adelante la revolución en sus respectivos países.

El análisis de la realidad concreta forma parte de la elaboración de la línea política, fruto de la capacidad teórica y de la experiencia histórica de la lucha del proletariado a nivel mundial. La línea política no es un documento de cara a la galería que trata de resolver todos los problemas con que se enfrenta la revolución. Tampoco es un instrumento que pueda dar todo tipo de alternativas a problemas que trascienden nuestras propias fuerzas (otra cosa es en el futuro), sino una exposición que trata de señalar de manera genérica el rumbo que debe seguir el proceso revolucionario, y de manera concreta los problemas que surgen y las soluciones ajustadas para la marcha de los comunistas en el contexto de la lucha de clases.

Entendemos la línea política de una manera relativa, dialéctica, que parte de lo que se tiene asimilado, de lo que se puede hacer en las actuales circunstancias, no de lo que se quiere hacer. La línea política consta de tres partes interrelacionadas:

En primer lugar, de unos principios generales que marcan la trayectoria histórica de la lucha de clases en la dirección de la revolución proletaria. Estos principios constituyen el cuerpo teórico que nos va a permitir abordar la realidad social desde una posición de clase, a producir el concepto de la realidad actual. La asimilación práctica de estos principios es lo que nos va a permitir abordar la segunda parte de la línea política: la práctica teórica.

Dicha práctica, la actividad por descubrir las leyes del proceso de las cosas y su desarrollo, en concreto el proceso de desarrollo del capitalismo en el Estado español y su entronque con el capitalismo a nivel internacional en el momento actual, nos llevará a comprender y, por tanto, a actuar sobre la estructura de las contradicciones que determinan dicho proceso.

En tercer lugar, de la táctica a emplear en la actual correlación de fuerzas, que nosotros lo circunscribimos al conjunto de relaciones políticas que se deben establecer con los sectores más avanzados de la clase obrera y simpatizantes con la revolución. Por eso consideramos tan importante el conocimiento de la formación social española, dado que de dicho análisis saldrán las líneas maestras de la actuación comunista, que nosotros situamos actualmente en el terreno de la propaganda marxista (formación de núcleos de apoyo a la revolución y difusión de la propaganda marxista sobre la base de la realidad concreta, incluyendo la crítica sistemática a las posiciones y prácticas históricas y concretas de la política revisionista y oportunista).

5. – Por donde avanzar en las actuales condiciones

En las actuales circunstancias el primer objetivo a conseguir es aglutinar los distintos colectivos y militantes dispersos interesados en la revolución proletaria según los principios del marxismo-leninismo-maoísmo. Esta reagrupación debe tener como propósito:

a.    Fortalecer teórica e ideológicamente a estos militantes y colectivos a través de la unidad de acción.

a.1. Elaborar el balance del fin del ciclo de Octubre y el análisis de la formación social española.

a.2. Desarrollar la propaganda marxista ligada a la crítica sistemática de la concepción y práctica revisionista y oportunista y sobre los temas relacionados con la construcción del partido en la actual situación política de la lucha de clases.

b.    Establecer lazos de unidad con los sectores más avanzados de la clase obrera.

b.1. Propuesta de discusión con la militancia de las organizaciones revisionistas.

b.2. Intervención en determinados actos públicos, los que se valoren oportuno, para el reparto de propaganda.

b.3. Formar y consolidar círculos de discusión de la teoría marxista ligado a temas concretos.

c.   Apoyar la constitución de una internacional comunista bajo los principios del marxismo-leninismo-maoísmo.

c.1. Estudiar y difundir la experiencia de los distintos procesos revolucionarios que se desarrollan en el mundo.

c.2. Apoyar y difundir la lucha de los pueblos oprimidos contra el imperialismo.

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